2020 - 2021
Comisariado por Andrea Rodrigo

«AMARRE»

Ciclo "La memoria escénica y el ahora"
    Info

    Estos últimos meses he empezado a tener problemas en el cuello. Notaba un dolor tenso a la altura de los ojos pero por detrás, en el cuello. Siempre he asociado la nuca con un lugar que orienta mi capacidad para percibir y le da otras capas de sentido. Muchas veces, cuando salgo de ver una pieza y quiero hablar, pero todavía no puedo porque mis pensamientos están aún sumidos en la experiencia y no soy capaz, digo que tengo la sensibilidad ahí: en la nuca. Y digo en concreto que me pasa con las piezas porque muchas veces se convierten en un diálogo intensificado con el público y lo que yo pueda decir suele tomar la forma de una palabra que está muy cerca de la experiencia y en general requiere tiempo, movimiento o cierto balbuceo.

    Y ahora, estos meses, este dolor en la nuca, precisamente en el lugar donde coloco ese estado previo a poder pronunciar palabras porque lo vivido aún pesa más. Este dolor es el que ahora me está sirviendo como excusa para enfrentarme a la página en blanco, conectarme y presentar un concepto que lleva tiempo rondándome. Se trata de la noción de pre-articulación, que entiendo como el momento en el que casi se puede captar el gesto o la idea pero sigue siendo algo borroso. Es un momento en el que deseo permanecer porque convoca percepciones y sensaciones a medio hacer que me ponen en relación con las obras desde sus vías de creación, sus objetivos y su sentido.

    Escribo consciente de que cada unx hemos experimentado restricciones y formas de confinamiento que pueden haber sido radicalmente diferentes. Pero también hemos asistido a la ruptura originada por la protesta ligada al desvelamiento de las vulnerabilidades del sistema y las desigualdades que impone desde su propia estructura. Protestas que han traído una nueva energía y han puesto de manifiesto una necesidad imperante de transformación.

    La noción de pre-articulación puede ser productiva en este marco. Después de pasar algún tiempo con ella creo que describe la situación actual: tenemos un sentimiento de lo que es urgente, lo que es necesario, pero puede que no sepamos cómo tratar el presente porque no tenemos el vocabulario físico o la sociabilidad todavía.

    En este sentido, y en este marco concreto, me gustaría proponer la escena como el lugar en el que podemos hacer un ensayo de la sociabilidad por llegar. El teatro como el lugar donde se puede hacer deshaciendo; como el sitio donde se pueden mantener las cosas en un estado borroso de pre-articulación y permitirse no llegar nunca a una conclusión determinada; como un lugar donde la imaginación puede mantenernos en movimiento; como un lugar que a veces parece distante y demasiado condicionado pero que precisamente por eso está lleno de potencialidades y es una invitación a crear trabajos transformadores. El teatro como lugar que convoca nuestra presencia, porque la capacidad de modular los afectos que supone este reajuste, este nuevo vocabulario físico que define una sociabilidad por venir, solo es posible con la presencia.

    Entonces, ¿cómo lidiar con esta interrupción que precisamente ha puesto en duda el encuentro, la proximidad y la presencia? Entendiendo el teatro como lugar, sí, pero ante todo como promesa. Tal vez tengamos que agudizar nuestra sensibilidad para reconocer lo que emerge en este tiempo, dejar de tomarlo como una preparación o una pausa y ver lo que ya está pasando en el presente, en vez de tratar de buscar una manera de proyectar el trabajo que deseamos que suceda en el futuro. ¿Cómo convocar otra presencia en este momento sin dejar de anhelar la del encuentro de los cuerpos? Entendiendo lo que esa promesa del teatro hace sobre nosotros y nos hace hacer. Dejar que la sensación nos ocupe, aumentar la atención, involucrarnos, al fin, en el estudio.

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    Las tres piezas propuestas –Lo que sea moviéndose así de Paz Rojo, Some de Andrea Zavala Folache y blue de Juan Domínguez– están ocupadas con la propia naturaleza de los medios en los que trabajan desde lugares muy diferentes. Aunque haya sensibilidades y deseos entrecruzados o un interés por las formas de composición, no pretendo ofrecer un recorrido unificador por las mismas, sino la propuesta de verlos como materiales independientes y atendiendo a sus singularidades y lugares concretos de enunciación. Entenderlas como documento y conectar con ellas desde una visión de estudio que tal vez haga resonar sentidos y percepciones.

    • Domingo 22 de noviembre, 19 horas: Lo que sea moviéndose así, de Paz Rojo 
    • Domingo 29 de noviembre, 19 horas: Some, de Andrea Zavala
    • Lunes 30 de noviembre, 19 horas: Blue, de Juan Domínguez

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    Lo que sea moviéndose así (2011)
    Paz Rojo

    Creo que no me he presentado, me llamo mortadela. La verdad es que todo esto se debería haber llamado así: mortadela, un nombre cualquiera moviéndose así. No es que me guste especialmente la mortadela, pero aquí estamos las dos moviéndonos y encontrándonos entre medias.

    En escena un cuerpo con su práctica de movimiento y un texto recitado por una voz en off que, si bien funcionan de manera independiente, al superponerse nos hacen preguntas. Un cuerpo lleno de tonalidades, sosteniéndose, diciéndose y borrándose al decirse. Una danza que es cuando aparece, que disfruta, usa y entonces huye, que aunque no signifique nada, consigue hacer algo.

    Este solo forma parte del doctorado de investigación artística que la coreógrafa y bailarina Paz Rojo realizó en la Universidad de las Artes de Estocolmo (Suecia), con el título The decline of choreography and its movement: a body’s (path)way. La pieza fue producida en 2011 antes de que la investigación formara parte del marco de su tesis doctoral, y consiste en un solo de danza cuyos principios terminan siendo la génesis de las prácticas que han fundamentado la investigación de largo recorrido en la que ha estado embarcada desde el año 2011 hasta ahora.

    La coherencia y la insistencia del trabajo de Paz ha generado constelaciones extensas y fructíferas, atravesadas por preguntas en torno a lo que la danza hace y el marco afectivo, político y estético de la coreografía y sus relaciones con las fuerzas e impulsos del sistema capitalista, con el objetivo de ahondar en la posibilidad de un modo de subjetivación retirado de su régimen de producción de valor.

    Las prácticas, herramientas y conceptos que vertebran su investigación se han desplegado en formatos diversos: encuentros, contextos de investigación y comisariados –como el de ¿Qué puede un cuerpo? en La Casa Encendida (2014 y 2015) que tanto ofreció al contexto madrileño–, experimentos coreográficos colectivos, vídeo-ensayos, el libro To Dance in the Age of No-Future[1] y creaciones escénicas como ECLIPSE : MUNDO, su último trabajo realizado en 2019, una aproximación al dispositivo escénico y a la danza desde la óptica de un “plano de percepción destituyente”, concepto que Paz desarrolla en su investigación y vincula con la posibilidad de contemplar lo aún-no producido. En ECLIPSE : MUNDO experimenta con una práctica de movimiento como experiencia estética y con la posibilidad de dejar que esta continúe siendo práctica a pesar de estar en un marco escénico. Es una propuesta que recoge –y de algún modo cierra, aunque sea provisionalmente– nociones en las que ha venido ahondando desde Lo que sea moviéndose así.

    Lo que sea moviéndose así fue un encargo de La Porta y se estrenó en el marco del Festival LP'11 el jueves 10 de marzo de 2011 en el CCCB de Barcelona. La grabación que se presenta en streaming es de Jônia Guimaraes en el Festival Contemporâneo de Dança Internacional, São Paulo. Creo relevante convocar el texto que acompañaba la pieza entonces y que decía así:

    «Lo que sea moviéndose así, es decir, un cuerpo. Además de traicionero, este cuerpo (cual sea) intuye algunas cosas: aunque esta vez lo mueva una persona, no dejará de hacerlo como una cosa-parte- entre muchas otras más. Que no dejará de preguntarse cómo puede rechazar la auto-gestión de su presencia. Que, por tanto se co(i)mplicará, moviéndose a través de lo que percibe sin esperanza ni deseo de albergar posibilidad alguna de ser único y estable. Que, sin parecerse a un cuerpo en particular, se parecerá a todos en general. Que su movimiento no será nada más que un gesto provisional, ruidosamente silencioso, irreverente de pura diversión. Que con tanta traición, quizá le convenga volverse absolutamente loco, fuera de control; y que asuma, de una vez por todas, que no es más que un deseo inconfesable...».

    *[1] El libro To Dance in the Age of No-Future (2019, ed. CIRCADIAN, Berlín) está disponible online y en formato físico)

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    Some (2017)
    Andrea Zavala Folache

    En el trabajo de Andrea Zavala Folache hay una consciencia respecto a las herramientas coreográficas que pone en juego. Es un hacer desde la coreografía, entendiendo que esta tiene el potencial de cambiar la percepción. En sus trabajos se puede ver su escucha atenta y su intuición para colocar las cosas en el sitio en el que tienen que estar en cada momento. La coreografía, en este caso, no tiene tanto que ver con un término técnico que se referiría a la composición, sino más bien con una forma intuitiva de conectarse con otras capas de sentido y la capacidad de transmitirlas.

    Se puede apreciar la materialidad de su pensamiento, cómo las ideas se mueven y buscan formas de ensamblarse. Laura Ramírez Ashbaugh, coreógrafa y bailarina con quien colabora en otros procesos, dice que en el fondo es una pintora, una artesana que va disponiendo capa tras capa. Todas son necesarias para llegar a la superficie y de algún modo misterioso hace que todas sean visibles al final. 

    Some es una suerte de solo acompañado en el que Andrea es capaz de tratarlo todo como material: convocando otras presencias, enmarca, sostiene y construye el espacio de la escena, negociando con los diferentes sentidos que se desprenden de un paisaje en el que conviven movimiento, video y texto. Some es su pieza de graduación de la SNDO-School for New Dance Development de Amsterdam, tal vez por eso está tan llena de ella misma, como un final de ciclo que es un principio de todo. Cuando estrenó la pieza, en el año 2017, Ana Vujanović le dijo a la coreógrafa que había una parte de ella misma en todas y cada una de las personas y objetos que aparecían en el escenario. La idea de solo era una herramienta coreográfica más que sostenía una ficción para especular acerca de su propia imposibilidad –pues nunca se trabaja sola– y elaborar una toma de posición al hablar.

    El trabajo de Andrea en diferentes medios ha dado lugar a una gramática muy personal y un interés por ensayar formas de traducción entre diferentes formatos utilizando el cuerpo como vector de esas transferencias. Está interesada en considerar la especificidad de la coreografía y otras formas de expresión artística –como la pintura y el vídeo–, y entiende que este análisis solo puede llevarse a cabo a partir de un estudio profundo de sus formas de hacer, las posturas concretas de las que surgen, así como sus límites y condicionantes.

    En Some, Andrea trabaja su presencia como performer a nivel corporal y mental, una presencia que como menciona Ria Higler, quien la acompañó en el proceso de creación, canaliza y materializa su visión. Ria le dice: “primero creaste un lenguaje y luego surgió la necesidad de hablar de algo específico”. Ese algo específico toma la forma de una meditación en torno al ejercicio de ser espectador/a que propone diferentes formas de contemplar, recontexualizando y comprometiendo la percepción para entender el cuerpo como un recipiente lleno de perspectivas. Es una inmersión en el espacio de posibilidades entre el momento justo en que surge una imagen y cuando se convierte en representación.

    «Cuando trabajo con el lienzo del teatro, trato de fertilizar nuestros sentidos para que la experiencia del espectador se acerque y se aleje, se amplíe a la derecha, a la izquierda y más allá de de ese marco cerrado. Activando la periferia y el entorno, rompiendo la jerarquía del objeto, el sujeto y el centro del escenario. Quiero acentuar lo táctil, las superficies y las pieles como puertas de entrada a un universo en 3D, palpable y aceitoso».

    Andrea Zavala Folache

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    blue (2009)
    Juan Domínguez

    blue es una pieza que busca hacer más flexible la percepción enfrentándose al lenguaje como el mayor encargado de parcelarla. El espacio que se crea entre el significado y la percepción aparece ya en el título blue que se escribe con letras rojas. Ese espacio, ese hueco, es donde quiere mantenerse la pieza, trabajando una manera de estar en escena que requiere un ejercicio de atención intenso por parte de lxs intérpretes con quienes Juan Domínguez creó la pieza –Luis Miguel Félix, María Jerez, Arantxa Martínez, Naiara Mendioroz y Emilio Tomé– que sostienen una sensación muy determinada, que roza ciertas intuiciones pero que sin embargo es difícil de nombrar: cuando parece que vas a poder fijar algo, se esfuma. La percepción es su materia de trabajo y la lógica secreta que guía sus acciones se reproduce fertilizando un campo de conexiones que tiende al infinito.

    blue surge cuando ya no tiene sentido analizar el aparato teatral únicamente a través de sus elementos y códigos, en este trabajo se trata de desvelar un principio más puro que no es el del dispositivo que condiciona nuestra experiencia, sino el del propio hecho teatral.

    Algunas pistas sobre los principios que operan aparecen en el texto que acompañaba a la pieza en sus presentaciones:

    «Invertir la temporalidad de los eventos, sacarlos de contexto, disociarlos, transformar sus intenciones, transitar en sus confines, prolongar su eficiencia, eliminar la jerarquía entre causa y efecto, incrementar la consciencia, reducir la resistencia, prolongar el placer, aumentar el esfuerzo a infinito, congelar la sensación, flexibilizar la percepción, experimentar el proceso de atribución de significado, habitar los satélites, traer el fondo, palpar la deformidad , darle tiempo al espacio, vivir el gerundio, gatear analógicamente, imaginar la realidad, transformar la curiosidad, exagerar la manera, apaciguar el deseo, asombrarse más, segregar más, decodificarse más, intensificar más más más ma mmmmmmmmmmmmmmm, guiña un ojo! guiña el otro! ya estaba sonriendo cuando empezó a sonreír por segunda vez. Espera! Quédate ahí un momento, no te muevas…».

    En el trabajo de Juan Domínguez hay un interés claro por revelar las maneras de ampliar y estrechar el contacto entre público, obra e intérpretes. blue nos devuelve al trabajo del espectador desde otro sitio que no es el de la comprensión o la asimilación. Es una pieza compleja y sensible; un capricho analítico del poeta-modelo, el mágico cowboy que es Juan Domínguez.

    Andrea Rodrigo

     

     

     

     

    Fecha
    22, 29 y 30 de noviembre de 2020
    Horario
    • PROYECCIÓN 1
      Domingo 22 de noviembre, 19 horas: Lo que sea moviéndose así, de Paz Rojo 
       
    • PROYECCIÓN 2
      Domingo 29 de noviembre, 19 horas: Some, de Andrea Zavala
       
    • PROYECCIÓN 3
      Lunes 30 de noviembre, 19 horas: Blue, de Juan Domínguez
    Tipo de público
    General
    Precio
    Conexión gratuita a través de YouTube
    Disciplina
    Artes escénicas