ISRAEL GALVÁN «SEISES»

Destaca la fuerza y ferocidad en el baile seguro y adulto de Israel Galván. Eso admiran los que le admiran, que no son pocos. Pero mezclado en el torrente de emociones que usualmente bombea hacia platea en sus espectáculos, diluido pero perceptible, viene siempre algo de inocencia y ternura, un aire que conmueve, una porción de la autenticidad de un niño. Y eso es algo que se va a magnificar ahora en Seises, la nueva creación del bailaor sevillano, en la que mira hacia atrás para reencontrarse con el niño (prodigio) que fue, como queriendo volver a sentir por vez primera las emociones que depara el flamenco al apasionado que lo descubre. «Quiero recuperar bailar como un niño», dice de sus intenciones.

Galván, que nació de bailaores en Sevilla, ha tenido, literalmente, una vida de flamenco. Su madre embarazada no dejó de zapatear y así vino al mundo, quizá con el cuerpo retumbando. Bailó desde que las piernas le dejaron y acumuló experiencias que de alguna manera han sido nutrientes para el coreógrafo, personal y deslumbrante, en que se ha convertido ahora. Una de ellas, el popular baile de los seises que, cuando era niño, ejercía una indescriptible fascinación en él. Se trata de una tradición litúrgica que se remonta dicen que a cinco siglos, se celebra cada año en la Catedral de Sevilla y es el momento más esperado de la ceremonia de Cuaresma. Diez niños, con trajes brillantes y un tocado de largas plumas de colores, danzan frente al altar lo que vendría ser una oración bailada. 

Pero la obra no será simplemente una evocación en su mente ni una inspiración invisible. En cada función de Seises, el bailaor estará acompañado por un coro de voces blancas, previamente seleccionado en cada ciudad que visite, que representará cada noche a aquellos seises de Sevilla, que cantarán e interactuarán con el bailaor, que sigue explorando en esta nueva creación las posibilidades de los sonidos que produce el cuerpo danzante.