Richard Bona

Desde Marcus Miller no se revelaba ningún bajista como músico tan completo. Y, además, se dobla en voces en un falsete que remite a Milton Nascimento. En la belleza babélica de sus entregas hay ecos de Weather Report y de Pat Metheny, ambientes exquisitamente étnicos de su Camerún natal y retazos de savia afrocaribeña. El resultado es una música con una aureola de pasión que deja perplejo a la primera escucha y trasciende fronteras.

En la cumbre de una popularidad propiciada por sus apariciones con Joe Zawinul, Larry Coryell, Bobby McFerrin y Mike Stern, Bona debutó en solitario en 1999 con el disco Scenes from my life. Desde entonces, su imaginación es la sorpresa que no cesa. Bastante lógico en quien, como él, aprendió jazz con una colección de discos prestados de Chet Baker, tras recibir una oferta imposible de rechazar. El propietario francés de un club de jazz le habría propuesto formar una banda residente para actuar en su local. Nunca sabremos si esto es cierto o no, pero la idea es tan sugerente que merece ser cierta.