MAFALDA

Pop reflexivo y honesto 

Las canciones de Mafalda (Londres, 1994) son el reflejo de un espejo lleno de experiencias: “Crecer en diferentes países y culturas ha definido gran parte de mi vida y me ha enseñado a conectar con gente nueva de formas muy diversas”. Se refiere la joven artista a sus “variados” orígenes: nacida en Londres, de madre española y de padre búlgaro (la comisaria de arte Rosario Nadal y el príncipe Kyril de Bulgaria), criada a caballo entre la capital británica y los veranos mediterráneos en Mallorca, formada musicalmente en el prestigioso Berklee College of Music, Boston... Una jovencísima trayectoria, pero repleta de emociones: “Supe que quería dedicarme a la música cuando tenía 12 años. En ese momento no tenía aún muy claro de qué forma lo haría, pero sabía que quería formar parte de ese mundo. Empecé a componer canciones en mi adolescencia, tocarlas delante de un público fue un paso natural.”

Mafalda, nombre que heredó de la tía de su bisabuela, define su música como “un reflejo honesto de lo que veo en el mundo de mi generación. Es mi parte más vulnerable”. Intérprete y compositora de sus propias canciones desde los 15 años, fue en 2019 cuando publicó su primer EP, el autoeditado Daisy Chain, que fue definido como "dark pop" (el mismo estilo al que se suele adscribir la música de Billie Eilish, por ejemplo), y compuesto íntegramente de canciones en inglés. Su segunda grabación, Bailando sin sentido, de nuevo autoproducido, mantuvo las programaciones digitales como base, pero añadiendo texturas sonoras más vaporosas y atmosféricas, con melodías descaradamente anglosajonas y beats más latinos. El mayor cambio de este registro fue la entrega de temas cantados en castellano, descubriendo una palabra, la española, que a menudo se apoyaba en la poesía de colaboradores como Carola Rosas o Dani Sobrino.

Bailando sin sentido podría definirse como un disco pensado hacia adentro, pero liberado hacia afuera, un trabajo reflexivo en el concepto, pero generoso en su contacto con el público, sin olvidar las contracciones propias de su juventud, explícitas en temas como Así lo hago yo o Decir adiós.

Mafalda piensa en primera persona y por eso no busca atajos; es honesta consigo misma y su periplo musical, que no ha hecho más que empezar como quien dice, muestra una madurez y honestidad impropias para su edad. Camina paso a paso, disfrutando del viaje, de los colores y aromas del paisaje, entre versos de pop conectados a la literatura de una vida henchida de emociones, las de una joven que sabe que la verdad de una canción, de la música, reside en su propio corazón, buscando la honestidad, ser una misma: lo demás poco importa. Y para qué.