Lo escénico es un presente lleno de posibilidades, y la programación de teatro y danza de esta temporada en Condeduque lo certifica. Certifica, para empezar, que esas dos categorías, teatro y danza, carecen de fronteras y, como en el caso del universo, su expansión no conoce límites. Apostando radicalmente por el encuentro de los cuerpos —nada más ancestral y nada más subversivo en tiempos de hiperconectividad digital y algoritmo—, lo escénico se sitúa en los márgenes del gran negocio global para erigirse como espacio libre de experimentación sin desligarse de la tradición. Los últimos acontecimientos humanos vividos globalmente nos pueden abocar a la subalternidad apocalíptica, puro harakiri de la imaginación, o al pensamiento que extrae de nuestra relación con el planeta un futuro menos distópico. Del pensamiento a la acción, del pensamiento al juego, del pensamiento a la esperanza.

Mientras todo arde, todas debemos ser troyanas. Cogernos de la mano y resistir. Luchar. Una pelea a cielo abierto entre arte e infamia. Una ruptura de las jerarquías. Un nuevo orden estético. Reaprender la convivencia. Volver a bailar como cuando éramos niñas. Recuperar la relación entre la inocencia y lo sagrado. Ser el monstruo que habla y desterrar la mordaza. Solidaridad como arma, «con un beso por fusil». Relatarnos otra vez, relatarnos mejor. Sublimar lo cotidiano. Sembrar el campo arrasado de preguntas nuevas. Gritar la vulnerabilidad de los cuerpos que importan. Delirar hasta poner en evidencia todos los prejuicios. Danzar como leonas heridas dejando que la sangre arrase las viejas categorías. Ficcionar el mundo antes de que el mundo me ficcione a mí. Ofrecer en sacrificio los mandamientos tóxicos. Ritos de periferia. Perifuria. Alimentarse de poesía visual. Y escrita. Abrir todos los escenarios para que entren los que nunca pudieron entrar. Masticar los mitos en orgías domésticas. Escuchar a Violeta Parra. Premiarnos con el placer y la sorpresa. Cuidarnos, al fin. Y contar aquello que vimos al conquistar la primera esquina, sin importar si aquello se llamaba teatro o se llamaba danza, si se llamaba Israel Galván o Paul B. Preciado o Thomas Ostermeier, Euripides Laskaridis o Silvia Calderoni, Olga Pericet o Jérôme Bel, Lia Rodrigues o El Conde de Torrefiel.

Junio 2023

Inscripciones del 1 al 15 de junio de 2023
Artes escénicas
Danza
Artes del movimiento
Del 1 al 11 de junio de 2023
Artes escénicas