E Zézi

Folk proletario. O, si se prefiere, de compromiso, de resistencia. Una picante receta rítmica cuya especiería revela abundantes puñaditos de canciones napolitanas que alivian el dolor, danzas ancestrales espolvoreadas y salvíficas dosis de hedonismo y protesta en los textos, todos inspirados en la cultura del trabajo, el respeto por uno mismo y los demás, y la defensa de la dignidad. E Zézi encuentran así su lugar en el mundo. Y lo mejor es que no lo hacen, como tantos, a través del recurso tecnológico y sí de la imaginación y del saludable derribo de convenciones estéticas. Folk de altura.

Nacieron hace cuarenta y un años en Nápoles, históricamente un punto de encuentro de todas las culturas de la franja mediterránea. La idea surgió a iniciativa de un colectivo de artesanos, trabajadores de diferentes sectores y estudiantes con un objetivo diáfano: mejorar la vida de las gentes que trabajan, a través de las artes. El resultado es un mosaico de músicas que hunden raíces en tradiciones que se remontan a los ritos precristianos de Dioniso. Hay en este catálogo de canciones tambores palpitantes, voces apasionadas, frenéticas tarantelas y muchas temmurriatas, esa danza que se baila en pareja dentro de un círculo de personas, y que se crea con la horma rítmica que suministra la tammorra, el gran tambor tradicional de la zona.

El festival Laborarte -exquisita degustación de culturas musicales llegadas desde muy diferentes ámbitos- escaló muchos peldaños en su primera edición del año pasado con un programa de conciertos que incluyó visitas como las de Vieux Farka Toure y Dino Saluzzi, pero asciende aún más ahora con la comparecencia de E-Zézi. Un auténtico carnaval de sonoridades tradicionales y composiciones de nuevo cuño, escenificadas todas a la sombra de un Vesubio humeante.