Yoann Bourgeois «TENTATIVE APPROACHES TO A POINT OF SUSPENSION»

Las máquinas, aliadas decisivas en la obra del creador francés Yoann Bourgeois, que se mueve indistintamente entre la danza y el circo, aparecerán ahora plantadas en los patios del Centro Cultural Condeduque, donde sus insólitos bailarines-acróbatas las pondrán en funcionamiento para hacernos viajar por un universo donde las leyes de la gravedad parecen haber sido suprimidas y nuestra noción del espacio-tiempo trastocada.

La génesis de Les Grands Fantômes, esta experiencia sensorial de tema filosófico que, de alguna manera rebasa las nociones convencionales del espectáculo de danza o circo, nació de una iniciativa del Centro de Monumentos Nacionales de Francia, que pidió a Bourgeois una performance para alguno de sus espectaculares edificios. El coreógrafo escogió el Pantheon de París como espacio y El Péndulo de Focualt como tema. Arquitectura y literatura específicas que le servían para volver sobre esos asuntos que han sido sus preocupaciones artísticas desde los inicios de su compañía, hoy residente en el Centro Coreográfico de Grenoble, espacio que Bourgeois comparte con el coreógrafo Rachid Ouramdane.

Una de estas obsesiones es “el punto de suspensión”, momento mágico en el que un objeto –o un cuerpo- lanzado al aire se detiene un segundo antes de ser empujado de nuevo hacia abajo por la fuerza de la gravedad. A esta teoría dedicó Bourgeois un espectáculo completo, Celui qui tombe, su obra más conocida y aplaudida hasta la fecha. Metáfora de la solidaridad, la propuesta se articulaba alrededor de una maquinaria giratoria y oscilante que creaba inestabilidad en los acróbatas sobre ella y mostraba los esfuerzos de unos y otros por no dejarse caer. En buena medida, el mecanismo de esa máquina se ha multiplicado y hecho más sofisticado y eficaz en Les Grands Fontômes, que propone un recorrido por estas máquinas, instalaciones interactivas con los bailarines, que prometen un viaje sensorial por el peculiar universo del creador.

Bourgeois ha desarrollado una trayectoria entre la danza y el circo, las dos disciplinas que funde en sus propuestas de riesgo. Antes de crear su colectivo, el joven artista francés tuvo muy distintas experiencias, destacando principalmente sus años trabajando como bailarín para la precursora de la nouvelle danse francesa Maguy Marin. En 2010 decidió, finalmente, aventurarse con su propio proyecto, ubicado de alguna manera en las antípodas del de Marin. Cavale, su primer trabajo, en el que ya asomaban sus inquietudes por jugar con la fuerza de gravedad, fue un incuestionable éxito. Pero Celui qui tombe el que lo lanzó al estrellato.